EXPOSICIÓN DE BERNARD PLOSSU
¿Por qué una foto es mala y otra es una ventana a la realidad? Posiblemente haya tantas respuestas a esta pregunta como personas en el mundo, pero hay ejemplos en los que se puede apreciar la calidad de una obra, aún sin ser un gran conocedor del mundo de la fotografía. Si existiese una colección en fascículos, -que tan de moda están- que se llamase “Aprenda a criticar fotografía en 10 clases”, aparecerían conceptos básicos como: las texturas, perspectiva, tonalidades, movimiento, naturaleza muerta, juegos de sombras y un largo elenco de términos con los que habría que familiarizarse. Pues bien, en el caso de Bernard Plossu, a todos ellos se les puede añadir un calificativo al ver su obra. Bernad nació en 1945 en Vietnam del Sur. Dicho así, no parece nada más allá de un simple dato biográfico, pero si se consulta un poco de historia, pronto se aprecia que no es solo eso. Ese mismo año los franceses descolonizaron el territorio y en septiembre se formó la nación independiente de Vietnam. Sin embargo, al igual que en otras muchas excolonias, permanecieron en sus territorios personas de nacionalidad francesa que habían inmigrado a esas latitudes como parte de su país y que ahora eran extranjeros en su tierra. Lo que aconteció años más tarde por todos es conocido: La Guerra de Vietnam. La vivencia de actos de esta naturaleza pueden dotar a las personas de una sensibilidad especial, y esto es lo que Bernard Plossu heredó por derecho de nacimiento.
Hasta el 4 de febrero se puede visitar la exposición fotográfica de Plossu, llamada “Desiertos”, en el Palacio de Montemuzo. La muestra recoge parte del trabajo del artista, con una recopilación de 60 fotografías, comprendidas en el periodo entre 1974-2004, repartidas en tres salas. Todas las piezas son en blanco y negro con proporciones aproximadas de 26x17 cm, en papel de gelatina de plata, que da el toque de la “vieja imagen.”
La temática del conjunto es el que expresa el título, los desiertos de Almería, del Sáhara, de Colorado, Nuevo Méjico y Arizona. El mayor logro del fotógrafo es haber captado la diferente textura de cada uno de los desiertos, que hace innecesario el cartel informativo del lugar donde se ha tomado la imagen. Con perspectivas lejanas que se fugan en el horizonte, permitiendo abrir una gran profundidad de campo, consigue crear sensación de movimiento en una instantánea de naturaleza muerta. Las nubes y la arquitectura que conforma con los diferentes elementos del medio hacen que percibamos el dinamismo de la quietud y el silencio. Los grises, que oscilan del negro al blanco progresivamente, sin grandes contrastes, y las sombras, que dibujan los espacios vacíos de un desierto, crean en el observador la sensación de estar mirando él por una ventana que da a lo que está viendo. Hasta se puede llegar a sentir una sensación envolvente de aridez y calor, que se refuerza con la alta temperatura de las salas. Ni las composiciones, ni los cielos, ni los elementos centrales de algunas de las fotos son casuales. Sin embargo, la grandeza de Bernard es conseguir que todas parezcan instantáneas casuales, cuando en realidad son composiciones buscadas por el autor, que no preparadas.
Bernard Plossu está considerado como uno de los principales fotógrafos del mundo, y como tal ha sido reconocido con multitud de premios, por lo que el tomo número uno de la colección podría ser la visita de esta exposición.
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DeAntón -